viernes, 1 de febrero de 2008

Tristes demonios y otras personificaciones.






Es indigna la forma. La forma de el sitio que ocupo en esta sociedad. Y son todos des-conformistas. Al igual que yo, sin querer decir con esto que eso este sobrepasando un límite indefinido. No creo en las labores próximas, se ensuciarán cada vez más mis manos, se encontrarán en una mini-guillotina, atadas por completo a su deber. Es como lo intachable del destino. Como el camino cuando se opaca en su transcurso. Es como el miedo que eso produce. Como las manos vacías, entonces, comienza la función. Esa donde fallece nuestro acto de voluntad más natural. Donde se tiende a dejar caer los dedos como dos alfileres. Sabiendo su destino. Repugnado por todo eso que es lo que indefectiblemente nos rodea. Y nos detesta.

No hay comentarios: