martes, 5 de febrero de 2008

Got lemon juice up in your...eye! (Hemisferios desconocidos)





Puede faltar, puede parecer que no exista nada si quiera, pero eso de creer es casi estar viviendo de esa manera. Es estar convencido, convencido de lo miserable que puede llegar a ser nuestro entorno, de lo oscuro que se pone a medida que avanzas, lo tangible se torna casi por completo algo sumamente insoportable. Como mis gritos, mudos, ahogados, estremecidos de dolor, sin poder salir. Sin poder ser, y esos gritos en realidad soy yo. Soy yo sin poder verme, sin poder dejar de vociferar cuan inmensas serían mis ganas de estirar cada uno de mis huesitos hasta quebrarlos intensamente y recordarlo como algo satisfactorio. Al menos, más satisfactorio que toda esta existencia errónea, esta forma de dejarse caer incesantemente. Hacerlo una y otra vez sin darme cuenta del pozo en el que estoy ahora inmersa, no como algo normal, si no como algo más, algo de lo que otra vez no iba a poder salir. En otras palabras, otro vacío, alguno más, siempre hay más llantos para saborear, siempre hay más. Ni falta hace que uno se pregunte cuánto más podría estar dispuesto a aguantar, que todo se termina y otra vez podemos divisar la terrible mentira cotidiana. La felicidad. Esa cosa que a veces es demasiado irreal, tanto que hasta me enfurece nombrarla. Es tan lejano que últimamente sólo me dedico a caer. Y a destrozar pensamientos que sobrepasan visible y constantemente mi podrida razón. La cual no entiende, sólo a veces, por qué es tan difícil el dormir. El dormir eterno.

No hay comentarios: