sábado, 16 de agosto de 2008

La Maga se quedaba triste, juntaba una hojita al borde de la vereda y hablaba con ella un rato, se la paseaba por la palma de la mano, la acostaba de espaldas o boca abajo, la peinaba, terminaba por quitarle la pulpa y dejar al descubierto las nervaduras, un delicado fantasma verde se iba dibujando contra su piel.

De cómo quedar estampado en la cuidad

Perseverancia. Sí, puede ser. Asimismo creo que todo crepúsculo tiene mucho de muerte. El problema es el contraste, o lo que necesariamente complementa dicho ocaso. El tiempo que lo reduce todo a polvo, lo que se reduce no es más que el dolor, o eso parece. El dolor no fue más que sentir el sol en una cara que estaba perdiendo, un rostro que ya no era el mío, grandísimo tobogán de lágrimas, dulce amor. Eso para decir y que si las manos se aflojan es producto de invenciones humanitarias. Corrí para no encontrarte, entonces temblé, y ya no pude mirarte. Creí haberme topado con la verdad, pero nunca lo sabré. Nunca sabré si las quemaduras del sol son realmente pasajeras. Sol y ojos y cielo y vos. Todavía acá. Todavía estoy allí esperándote, viendo tu manera de saber matarme. Conociéndome hasta cuando yo no sé quien soy, cuando soy todo ese cúmulo rabioso. Cuando volví por segunda vez para repetirte que los cerdos eran rosados, solo quedaba el lapso recorrido algunas veces de la mano. Otras veces desapareciendo. Permanezco intentando controlar mis sensaciones para no determinar muerte también para este intento. Algo que jamás sabrás, quizás cuando mueras te lo diga. Como otros lo hicieron ya, y no por eso no fue real.

Cuando se amontonan sensaciones solo hay que correr, correr de uno. Al menos la soledad me proporciona esa seguridad de que no me voy a caer, como ahora, que sigo en el lugar de sol y mi ceño permanece fruncido ante la fuerte perversión de un astro que por momentos sos vos. Otra vez ese sollozo que no entendí, entonces pienso en aquel momento cada vez que siento esa oleada que me rectifica, y allá fui a parar, tobogán.

viernes, 15 de agosto de 2008



Y yo también.

lunes, 11 de agosto de 2008