jueves, 31 de enero de 2008

Vestigios arcaicos.


Chaplin, Charles



Si. Es cierto. A veces nos guiamos por pequeñeces, y somos pequeños. Pedimos algo a los demás, en busca de profundidad, en busca de luz. No surgimos demasiado bien, nos detenemos en los demás, todo el tiempo. Tratamos, pero es inútil. Los claustros de uno mismo son irremediables. Y esconderse no es tan prodigioso como desearíamos.
Hay necesidades que van más allá de las posibilidades de cada uno, las de asumir lo que nos lleva al asunto en si. Digo, el momento en que nos hacemos respectivamente cargo de haber divulgado cosas inconvenientes, inconvenientes para ajenos. Terceros. Cuartos, cuartos de hotel vacíos por el frío que no apetece a las entrañas de turistas casi clandestinos. Prefiriendo así, el frío del alma. El refugio en las cosas más terminantes, en la cama. En Tanto y en cuanto esto nos deje existir, no habrá problema. Pero si no entendemos que la manera de existir no es cualquiera, no va a haber permisión. No va a volver a ver la realidad quien se deje atormentar de falsos pergaminos. De gente que nunca vio en esta realidad una sola y puta satisfacción.

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