viernes, 25 de enero de 2008

Broken worlds





Lo que no debemos hacer más es pensar, lo que podríamos dejar de lado, lo hacemos, muy bien, a partir de eso nos damos cuenta de lo cuadrado del asunto. Y de acuerdo con que siempre hay implicaciones… no lo sé, pienso en que con esto el asunto se complica todo el tiempo, cada vez más. Y la pena que nos produce el tacto con esa sensibilidad casi insoportable, por momentos intangible y repudiable de la misma forma. De las cosas repudiables, la gente se encarga más a menudo. Pero no. El problema no está en esas cosas. Definitivamente. Y debo decir que muy por el contrario, las cosas que me generan ciertos desvaríos son las cosas a las cuales acudo por momentos sólo para sentirme un poco más en el aire. Al vuelo me entero que todo por lo cual yo estaba mal se había derrumbado y no tenía nada que hacer. Todo iba a suceder de todas maneras, en algún momento, es decir, todas las bombas son utilizadas finalmente. Destrucción, frente a mí. Este final inevitable, dulce, a su modo, petrificante. Perverso. Pero sólo digo eso por que es real, por que así fue y no hubo modo alguno de no sumergirse dentro de otro segmento de nuestra intelectualidad. Y el modo de aferrarnos es realmente ridículo. Y esa ridiculez te propone un mínimo de tristeza, al menos por hoy, te proporciona un poco más de sabiduría. Y el elegir siempre fue un derecho que sólo algunos pueden concebir.

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