domingo, 27 de enero de 2008

Necesidades artificiales y otros segmentos de la idiotéz

Joan Miró.




Soy tu reina. Y tengo todo bajo control. Pienso, siento y existo de la misma manera. Siempre soy igual. Intento creer en todo lo que suele salir de mis manos. Toda suerte de bichitos que se car-comen entre sí. Y se desploman, llenos de absurdos movimientos que no intentan regresar. Regresar a su sitio. A sus pensamientos y estructuras. Hace tiempo se perdió la posible conexión con las almas que retienen información falsa acerca de sí mismos. Ni vos, ni yo sabemos por qué todo esto. No asegures con palabras inútiles salientes de tu boca que todo esto es como es. Todo es como constantemente lo percibimos. Todo se demuestra de una manera-real. Y si sentimos sólo lo tangible, estaremos en busca del insuficiente e interminable sentimiento vulgo de amor.
Esto no tiene nada que ver, y creo que otra vez perdí el hilo. Pero si en realidad todas estas cosas no existieran en un mundo tan irreversible como el mío, nadie notaría con tanta seguridad que lo que sale de tus actos sea eso. Nadie asegura, nadie competente asegura que esto sea una forma de revolver felicidad y envolverla en nuestros cuerpos las veces necesarias para cerciorarnos que todo se siente bien aún ahora. Con esta afirmación quiero decir que podemos mostrarnos completamente obnubilados y tener todo en la mano. Todo al alcance del apoya-brazos del sillón que me espera en algún momento, con luz tenue y cigarrillos negros para saciar la necesidad de tóxicos legales de mi cuerpo.
Necesidades legales, uno cree que no todo puede ser determinado de la manera que uno pretenda. Pero yo voy más allá, quiero decir que si se me permite entrar en un lugar que es insólita-mente privado, yo seguiré, hasta que se me diga que por favor me corra, que no hay lugar para tantos en ese pasillo, que es un poco enfermizo, y que me retire nuevamente por que luego llegará la princesa y todo tendrá sentido otra vez.

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