sábado, 22 de marzo de 2008

Pausas y Eternidades


(dentro de un momento que sin duda ya no existe)



Cuando la oscuridad tiñe mis ojos, es cuando más espero a ese descansar inmediato de la mente. Horas de incesantes movimientos inconcientes, el momento de la vida paralela, el alivio o respiro luego de las labores diurnas, que suelen ser soleadas, o quizás, mojadas… Da lo mismo, es un vaivén de tiempo, es un derrame, una mancha en la pared, digo, estar aquí sentada, ya demuestra que da lo mismo. Realmente, entre estar acá o allá, no hay una gran diferencia, sólo la distancia que me separa de mi único deseo, pero este deseo, da igual, me doy cuenta de esto, por que el tiempo pasa y sigue siendo superfluo, me pensamiento no concreta un deseo, sólo penetra incurables teorías acerca del movimiento, y de mi respectiva imposibilidad. Hablar de más antes de dormir, sobre todo en un día como hoy, algo que siempre me gustó. Llenar de palabras un espacio que puede estar vacío, todo para no deslizarme, es que todo sigue siendo igual ante mis ojos, es tal el desinterés que ni raro me parece, por que da igual. Siento que el adormecimiento comienza a aflorar en mis extremidades inferiores, pero pasa desapercibido fácilmente en un lapso de desinterés total sobre mi existencia. Casi todo preparado para lo mismo, lo que me aterra, y ésta rutina. Me está esperando, y yo no lo quiero ver, sigo siendo víctima de mi ignorancia hacia la repentina necesidad de desaparecer otra vez al día. Otra vez en este día. Claustro enfermizo de mi mente, que dilata la espera unos momentos más. Unos momentos más de nada. Un suspiro que contiene veinticuatro horas, y el pretendido descaso.

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