domingo, 30 de marzo de 2008

Testimonios de la mala educación...


"And the rain falls on the city
And the rain falls on the city
And the rain falls on the city"

Nada… nada como llegar y agarrarte con las dos manos, subirlas y bajarlas, las veces que sean necesarias para saciar el extrañamiento, la lluvia mojándome la cara, el aire aún más puro que este amor. Todo empieza como un nuevo día de sol, con la diferencia marcada por la lluvia, por sus sonidos melancólicos, su sólida apariencia de interminable, y esos pájaros al otro lado de la calle, que rellenan mi incertidumbre. Un día azul. Una pretendida felicidad, que se escapa como un pez, sólo por que no sé de qué manera mover las piezas de este ajedrez inacabable, como el sonido de esa lluvia, como esa almohada. Todo apuntando a mi cabeza de una manera extraordinaria, haciéndome despertar. El lujo de estas palabras que interpretan sólo una mínima parte de todo lo que desde hoy sé, que es, en realidad, algo que supe siempre, pero que sin embargo, intentaré olvidar pronto. Lo que pienso o sé, no es nada, pero es inevitable, te veo asomarte, otra vez sobre mis tristezas, y estás allí largo rato, mirándome pasar, esperando que desaparezca, enterado de mi irritabilidad, pero intacto. No conozco muy bien estos casos, pero sé que hay una tendencia a explotar, a desatarse el uno del otro sólo para confirmar la absolución de nuestros deseos, por que la noche terminó, y con ella se fue la tentación, la locura. En cierto modo todo sigue aquí, comiéndome, alimentándome, y es esa ironía, la que me mantiene adentro.


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