viernes, 9 de mayo de 2008

On fire


Si tan solo los silencios fueran eternos, si este lugar que hoy tengo se repitiera sería fácil de amoldar mi mente a cierto tipo de pensamientos, pero cuando los sueños me contradicen, cuando no se puede cambiar el modo, cuando uno queda inmovilizado, y el monstruo asecha. No alcanzan ni las manos, ni los pataleos para salir de allí, es solo cuestión de que el tiempo nos arregle y pase rápido, y que pase, que tan solo pase. Que me permita desentenderme de mi misma de mis pensares y de mis soñares, no necesito un arroyo seco, necesito un bosque, algo repleto, algo que no se me parezca, algo que tenga colores, necesito un contraste, una sonrisa. Soy demasiado ciega en momentos, en instantes deplorables, pero todo cambia, yo, el arroyo, el bosque, el cielo, mis palabras, los silencios. Para predeterminar un bosque, haría falta mucho más que silencio, o abnegación y sufrimiento, para crear bosques, es necesario que mis sueños me dejen dormir, es necesario que mis pensamientos no me apesadumbren, es preciso volver, volver el tiempo atrás, o adelantarlo, o simplemente pido no caerme boca abajo de la cama, no encontrarme con el demonio en la esquina. O encontrarlo, sacudirlo, y echarme a dormir

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