miércoles, 4 de junio de 2008

Mente belicosa

Hoy me di cuenta que mi vida también transcurre dentro de tus ojos. Y creo que la realidad nos dejó en el mismo punto del mapa para que un día tus ojos me contengan de esa manera. Hay una escalera infinita que me lleva a tus nubes, hay una sola escalera, y es esa. Ese cielo tentador, ese intento monótono de huir de él, esa sustancia que me sostiene aún en pie, buscando quizás un razonamiento que me haga volver sobre mis pasos, pero no, lo que me queda es elevarme y esperar el golpe de regreso, la salida de tus ojos, la realidad. Qué hay en ese cielo para alguien como yo, que no se permite subir sin más, sólo dejarse llevar a ese lugar que es el único lugar, alguien que ve la felicidad y por eso sale corriendo. El temor no es más que la desigualdad, el deshielo, la caída y el dolor, la sangre roja, la sangre azul. Un cuento sin final, una lágrima en tus ojos, la finitud del calor solamente nuestro, una cama tendida, excusas. Un sol brillante de mañana, un caramelo de limón, quizás no era sol y era iluminación eléctrica. El amor que todavía es significante me demuestra que nada puede ser menos evitable que el golpe, todo es proporcional en cierta forma. Hoy vivo dentro de tus ojos, porque es lo único que sé hacer, y subir la escalera, y mirarme allí o mirarte a vos, si al final, es lo mismo, es ese amor del que hablo.

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