domingo, 13 de abril de 2008

Decadencia

Hasta cuándo el transito por estos pasillos llenos de incertidumbres,
que sólo me conducen a huecos dentro del corazón, hasta cuándo voy a tener que escucharte cariño. Si hace tanto tiempo ya que no nos correspondemos entre tantas mentiras, hace tiempo ya que no podemos tomarnos de la mano y sólo adorar esa posibilidad, hace cuánto querido que no sentimos ya escalofríos en nuestra sola presencia. Yo siento que la llama pretende extinguirse, y que conforma parte de un todo que inevitablemente morirá, de algo que nació muriendo, una cosa tan real como irreal, algo tan infinito como finito, una eternidad efímera, una herida a punto de cicatrizar, y tus ojos que me miran a través de la soledad que sugiere una bocanada de humo turbulento, una oleada de pensamientos vacíos acerca de tu ausencia, la certeza de tu lejanía, una absurda tristeza que recorre mi gesto y lo modifica, haciéndome pálida y perpleja, detonando en mi interior el eterno grito sordo que produce mi extrañamiento, la alegría inimaginable de un olvido, el llanto iluso cayendo por mis muecas. Todo se hunde, absolutamente, dentro del curso de las cosas, de las impotencias que se traslucen en mi mirada, todo tiende a caer, sobre todo en domingo, todo tiende a desaparecer. Entonces inconciente, uno solo pretende escapar a este sentir, tan humillado y despojado, sentir que nos precipita, que nos hace perder.

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