
A veces no entiendo las miradas que circundan, están tan vacías. Son tan divertidos los transeúntes, no puedo disimular, son patéticos. Veo fuego en sus ojos, veo ardor y represión, qué será?. Nos distancian muchas cosas, lo sé, más allá de ideologías. Va más allá de lo superficial y lo interior, es una cuestión de olores. Tenemos los ojos entrenados para observar muy detalladamente y determinar si es sí o es no. El tumulto no hace bien, yo me siento muy diferente ante ellos, los leones de ciudad, los que no están capacitados a distraer su inmundicia en cosas con brillo especial. Es inexplicable el modo en que lo hacen, son completamente entes a la hora de tararear o tropezar, no se ríen, no se dan cuenta de lo que cambia sólo con respirar y abrirse a lo demás. Tanto que me cuesta esta realidad. Pensaré en ello mañana, ahora me duele el codazo de aquél pequeño cerdo, otra vez de ciudad. Se creen demasiado buenos, demasiado gordos y transpirados para hacerme repugnar las aglomeraciones.
Están tan lejos de mi…
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